En esta dinámica toda la clase
nos pusimos por parejas y sentados en el suelo, por dictamen de la profesora.
Primero uno debía sin hablar comunicarse mediante gestos y, a su vez, la
persona que está delante imitarlos, así durante cinco minutos aproximadamente.
Después se cambiaban los papeles durante otros cinco minutos. Y trascurrido
este tiempo, la profesora nos daba otros cinco minutos para que lo repitiésemos
esta vez alternando los papeles como quisiéramos.
Lo cierto es que ha sido una
técnica muy divertida. Se requería de una gran compenetración por parte de los
implicados. Al ser espejos debíamos estar muy atentos del compañero, mirarlo en
todo momento. Y al ser conductores debíamos tener un espíritu emprendedor y de
guía, sin vergüenza mostrar al compañero lo que debía imitar y no extrañarse al
ver su conducta refleja de la nuestra. Mi
compañero y yo hemos sabido conectar bien, también por la buena relación que
teníamos anteriormente. Yo quizás me he sentido algo más incomodo al principio,
cuando me tocó ser conductor, quizá porque soy más vergonzoso y porque no estoy
acostumbrado a mandar.
En mi opinión este ejercicio nos
ha servido para aumentar nuestra capacidad observadora, y a pesar de que no podíamos
hablar creo que nos ha servido también para desarrollar una buena escucha
activa, la cual no solo se caracteriza porque entendamos lo que el emisor nos
dice, si no que mostremos mediante gestos que le seguimos, e incluso cuando ya
hay una gran compenetración imitemos sus gestos.
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